Tandil

Paz Pereyra Encuentro con la artista desde casa

En la planta alta de Galería Artemio la muestra “Semilla Amarilla” presenta una selección de esculturas flotantes que condensan elementos propios del lenguaje, como la comprensión sensible de la abstracción, el uso de las formas permeables y de materiales textiles, y pares conceptuales como opacidad-transparencia, tensión-tranquilidad, plenitud-vacio.

En un encuentro virtual con Paz Pereyra conocemos la intimidad de la artista, sus inicios, la concepción del arte y de que forma reivindica la vibrante cultura del textil.

G.A: ¿Que te impulso a dedicarte a la práctica artística? ¿Cuál era o es tu búsqueda en el Arte? ¿Hoy día encontraste eso que buscabas? 

Paz: Fue una búsqueda lenta, no es que dije «soy artista» de buenas a primeras. La verdad es que me sentía una desencajada del mundo, salvo en algunos mundos dentro del campo artístico. No digo en «el arte» porque dentro del campo artístico hay mundos más rígidos que otros. Sentía  y siento mucha sed de libertad.

Las reglas rígidas me oprimen, me siento mal físicamente. El mundo en general me oprime el pecho salvó cuando hago arte, porque ahí el juego está habilitado.

Cuando en mi vida adulta descubrí que podía jugar a rajatabla, me di cuenta de que iba por ahí, que nadie ni nada me iba a reprimir esa posibilidad. Descubrí que mi salud mental, mi felicidad, mi ser en el mundo dependían de poder jugar con el material y hacer arte. 

Tuve varios maestros que me apoyaron al principio para que me animara. Pato Monteverde, hermoso artista plástico que murió hace unos años. Omar Chabán, mi director en un espectáculo que se llamó «Clásico Amoral» en Cemento en Buenos Aires. Mariana Cortés, mi jefa cuando trabajé en Juana de Arco. Y Cynthia Kampelmacher, artista invaluable que me animó a segui trabajando. Todas estas personas  confiaron en mí. Vieron una capacidad creativa que yo todavía no me había animado a valorar. Les estoy muy agradecida.

Y si a estas personas que pasaron por mi vida le sumas la carrera de «Artes» en la Facultad de Filosofía y Letras, dónde, después de años de leer sin parar un sin fin de opiniones y doctrinas respecto del arte, llegué a la  simple conclusión de que en arte todo es posible. La carrera me enseñó eso,  no hay límites, el juego es infinito.

Después durante el proceso me voy poniendo algunas reglas para encauzar la energía. Voy tomando algunas decisiones que en realidad en cualquier momento se pueden quebrar o traspasar. Estás reglas aparecen en el proceso creativo para no caer en el vacío- del cual aprendí que está siempre-.

El libro «Free Play. La improvisación en la vida y en el arte» me ayudó a sostener esos vacíos. Entender que son parte del todo. 

Mi búsqueda en el arte es pulsional, luego aparece la teoría. Primero siento unas ganas irrefrenables de probar algo con un material específico. La intuición viene primero. Y una vez que me embarré las manos, por decirlo de alguna manera, que algo salió de ese experimento, recién ahí analizo lo que hice.

Busco relaciones con mundos más allá de la obra. Para luego zambullirme otra vez en la praxis. Hasta que nuevamente necesito salir y mirar desde afuera a la obra.

Este ida y vuelta  pasa a nivel obra y también a nivel «un conjunto de obras». Momentos de experimentación y después de análisis.

El punto de partida es la práctica artística pero la teoría sostiene el trabajo. No parto del concepto, parto de una intuición, pero conceptualizo para sentirme acompañada por otros en ese ejercicio.

Sí, encontré lo que buscaba. El arte me dió y sigue dando muchas satisfacciones. Cuánto más le das más te da. Pero como los oráculos,  el arte te da lo que él tiene ganas de darte, no lo que vos querés que te dé. Eso es muy interesante porque hay que saber escuchar lo que te propone, tener el instrumento (cuerpo) bien calibrado.

Mi camino en el arte no es para nada lineal. Creo que estoy yendo para un lado y resulta que terminó yendo para uno divergente. Para salir del taller con mi obra me ayuda mucho el hecho de imaginar posibles  mundos, les voy  dándo  forma en mi cabeza. Pero cuando surgen a la realidad  me doy cuenta de que hay cosas que tengo que seguir trabajando, y qué ese espejismo no deja de ser una ilusión.

Volviendo a lo de la búsqueda,  me parece que a nivel sistémico el arte se me presenta como la herramienta más eficiente para sanear temas transgeneracionales. Heridas del inconsciente familiar que me toca a mi curar. Y sí, el poder del arte en este sentido es vital. Actúa a partir de canales que escapan a mi control consciente, diurno. Es muy liberador.

G.A: ¿Cómo relacionas tu obra con tus inicios en la Historia de la Arte y el textil? ¿Cuánto marcó tu carrera teórica en la producción?  Tus estudios en historia del arte, ¿que te han aportado a nivel artista? 

Hablando de la historia del arte, ¿Con qué artistas te sentís más cerca? 

Paz: La historia del arte, como conté más arriba, me dió la seguridad de saber que cualquier cosa que hiciera iba a estar bien, que no es poca cosa. Yo quiero experimentar una buena relación con el mundo, sentir que trasciendo este cuerpo físico con el mero ejercicio del juego.  Estudiar historia del arte habilitó esa posibilidad. Me ayudó a plantarme segura en mi práctica, y cuando digo mi práctica pienso en un mundo con reglas que elijo, no con reglas provenientes de una supuesta manera adecuada de hacer arte. 

Por el textil siento una atracción profunda desde siempre. Desde cuándo mis abuelas me mostraban que se podían elegir y combinar texturas y colores. De ellas recibí una vibración estética para relacionarme con mi cuerpo y con el entorno. Tomé eso que ellas ya conocían a nivel intuitivo para desarrollarlo en mi propio habitáculo. Lo textil es flexible, blando, reversible, transmutable… ellas eran conscientes de esa posibilidad, de ese ejercicio de amor y poder.  Lo manejaban con soltura en su vida cotidiana. Ese saber me llego como sin darme cuenta, y un día me encontré atraída por su poder de seducción, acumulando cuánto resto de tela se me acercaba para ensayar maneras de tejer que me develaran eso que no puedo decir con palabras.

Mi obra se nutre de la historia del arte, pero también de mi ejercicio en el diseño de vestuario, la performance y la actuación. La experimentación en esos ámbitos desde un principio, me permitió ampliar y expandir mi espectro de lo textil y su espacialidad. Algunas de las obras de «Semilla Amarilla» surgieron  a partir de técnicas que ensayé para hacer una peluca de bellón o un tocado de reina. Generar textiles sobre el cuerpo me llevan a pensarlo desde otras ópticas. Cuando empiezo un trabajo nunca sé a dónde me va a llevar, qué forma va a tener, cómo se va a instalar en el espacio. Es todo prueba y error, incertidumbre, hasta que llego a su forma definitiva indefinidamente.

Me siento cerca de artistas que trabajan con la emoción y lo intuitivo y que después pueden distanciarse de su obra, pensarla. No me atraen ni el concepto, ni la técnica por encima de otros factores. Me interesan los artistas que tienen la valentía de ahondar en su juego hasta sus propios límites. Los valientes e incorrectos que tocan el cielo con las manos para bajarnos un pedazo de ese cielo. Qué me conmueven porque ponen en imagen lo indecible. Que marcan la cancha a su manera, con sus contradicciones, para señalar algún sentido a esta existencia.  

Me nutro de la obra y el pensamiento de artistas que provienen de diferentes ámbitos, como coreógrafos, actores, escritores y musicos además de artistas visuales. Entre ellos puedo nombrar a Karla Black, Tracey Emin,  Louise Beaurgoise, Ohad Naharin, Greyson Perry, Ruggero Maremotti y Michel Houellebecq. Me interesa su mirada especial sobre el mundo, su entendimiento particular con lo que les tocó en suerte, qué hacen con ello más allá de la «normalidad».

G.A. ¿Qué influencias tiene tu obra? ¿Cómo describirías tu trabajo artístico? ¿Cómo sentís que ha evolucionado tu obra hasta hoy? ¿Qué pieza o serie de tu trabajo destacarías? ¿Por qué? ¿Qué hay del otro lado del textil? 

Paz: Son varias las  influencias. Haber vivido en el campo hasta los seis años es una de ellas. La percepción de la naturaleza inundandome.  La certeza de ser parte de algo más grande a partir de la luz filtrándose entre las hojas de los árboles después de una tormenta de tres días por ejemplo. El paisaje y mi cuerpo fundiéndose.

Es una construcción eso de concebirnos como humanos fuera de la Naturaleza, con mayúscula valga la redundancia. En el atardecer o en una flor sentía un orden perfecto más allá de mí. Eso regocija, conmueve y sana. En el proceso creativo vuelvo a sentir eso, creo que por ello recurro a él una y otra vez, para recordar el sentido de la existencia y para encontrar paz.

Otra influencia poderosa es la obra de otros artistas, en vivo o a través de fotos de obra. Trabajos que me atraen y se me meten en algún lugar del cuerpo, hasta que en algún momento ese influjo se cuela dentro de mi obra. Gombrich decía algo así como que lo que existe no es una «historia del arte» sino una «historia de los artistas». Me gusta ese punto de vista.

Mi trabajo artístico tiene todas  las limitantes y los beneficios del tiempo acuciante. Soy madre de tres hijos y ama de casa, por lo que los momentos en el taller se acortan debido a pandemias, vacaciones, etc. Pero si no puedo trabajar la paso mal físicamente, así que cuando puedo busco la manera de hacer obra entre los quehaceres domésticos y la crianza. Empiezo las obras por pedacitos para después unirlos en una pieza más grande, o intercalo obras grandes con dibujos en la mesa de  mi cocina.

Recolecto materiales de mi entorno más  próximo, lo que está a mano. Y cuando logro la organización necesaria me encierro en mi taller horas enteras. 

Disfruto mucho del sin-tiempo creativo, siento que vuelo, que conecto con lo que importa. Tengo que buscar esos momentos, ordenar el entorno, respetar los rituales necesarios,  para así poder  pasar un tiempo valiosisimo probando, ensayando, deshilachando, tejiendo, tiñiendo.

Mi obra evoluciona pero yo no tengo mucha conciencia de ese proceso. En realidad  mi mirada está ahora puesta en los materiales con los que quiero trabajar, en las técnicas que voy a encontrar para trabajar con ellos. El tiempo no es lineal en el proceso creativo,  me lleva para donde él quiere más allá de mi voluntad o apuro. En este momento me la paso rumeando momentos posibles en los que pueda sumergirme en la experimentación. Ese es el primer paso hasta que la obra encuentra su propia estructura y cadencia.

«Semilla Amarilla» es la última obra que hice de la serie que tomó ese mismo  nombre.  Visualizar esta obra rotando sobre mi pecho me ayudó en este último tiempo a abrir el corazón para poder relacionarme mejor con personas en  situaciones en las que aflora mi timidez o desencaje. 

Cuando le estaba sacando fotos a «Semilla amarilla» sobre un fondo blanco, la hice rotar y apareció su sombra en movimiento. La sombra continúa y potencia a muchas de las obras de la última serie. La sombra es parte de esas obras. Me recuerda a mi sombra en un sentido junguiano,  lo que no puedo ver de mi pero que se me revela cuando entro en relación con otros. 

«Semilla amarilla», mi signo en el horóscopo maya, habla de la posibilidad de germinar si el ambiente es el propicio. Esta obra condensa el sentido de toda la serie en general,  plasma en una imagen el proceso de esa gestación. Se vacia y encuentra el todo. Es como una semilla que ya dió todo lo que podía dar para crear a otros, pero igual brilla.

Del otro lado de lo textil hay aire. Aire y viento para que las obras vuelen hacia otros horizontes. Hay también peso. El peso de mi cuerpo al que le da fiaca la autogestión. Que quisiera que la obra se promoviera sola sin llenar formularios de inscripción ni currículums de artista. Pero es la otra cara de este trabajo encontrarse con «el mundo de allá afuera» y salir un poco de los algodones del taller. Y eso es muy gratificante, la mirada de los otros es algo que busco desde un principio. Me da muchas satisfacciones.

Del otro lado de los textiles también está mi cuerpo que baila, que se mueve  para que ese torrente haga levar tapices y bordados. Una y otra vez la misma canción para llegar a la médula de la cuestión, para que el vestido hecho con trocitos de alambre se encuentre realmente con eso que siempre quiso ser. Y pueda salir a mostrarse  vulnerable y bello.

Sobre el arte en la actualidad: 

G.A: ¿Cómo ves la situación del arte contemporáneo actual? ¿Qué es lo que más te interesa del arte hoy? (mecanismos, artistas puntuales, influencias, etc). ¿Qué le recomendarías a los artistas emergentes?

Paz: Me cuesta opinar acerca de la situación del arte contemporáneo actual en estos tiempos de cambio de paradigma (que se acelera con los hábitos que impone el manejo de la pandemia). A mí me interesa el afecto en las relaciones. Ahí pongo mi energía. No tengo puesta la mirada en la política, por más de que sea políticamente incorrecto decir que algo no sea político.  Son prismas para mirar el mundo. Creo que analizar la «situación del arte contemporáneo actual» pide una generalización, y yo me siento un poco incómoda en esas esferas, no sé muy bien qué decir. 

Sí puedo afirmar que la autogestión es un tema recurrente y que me atañe. Puedo hablar desde dónde anclo mis pies, no podría hacer obra ajena a mi situación geográfica. Me influye a dónde vivo y sin darme cuenta mi obra conversa con la obra de otros artistas de Tandil y con sus campos de acción. Sé que si viviera en otro lado sería diferente la manera de encarar mi obra, los puntos de referencia, los contextos que elegiría para mostrarla. En este sentido Tandil se me presenta como escenario, y siento que somos muchos y valiosos los que estamos trabajando en este sentido.

Lo que más me interesa del arte contemporáneo es la voz de otros artistas. Lo que otros artistas me enseñan de su proceso creativo. Me interesa el trabajo colectivo básicamente porque la paso muy bien trabajando con otros, aprendo y los mandatos parecen alivianarse. Me río y reírme me parece  muy importante. 

A los artistas emergentes les recomendaría que confiaran en su trabajo por encima de cualquier otra cosa.

En la era de las redes…  Definí tu obra mediante  # 

Definí tu obra con emojies 

#artetextilcontemporaneo

 o algo asi

G.A: ¿Consideras internet y las redes sociales una herramienta fundamental para dar a conocer tu obra?

Paz: Uso las redes pero no creo que sean una herramienta «fundamental». Lean «El mapa y el territorio» de Houellebecq, no tiene mucho que ver con esto puntualmente pero es un libro genial que ayuda a pensar. Creo, más que en las redes, en el poder de imaginar universos posibles para la obra. Después de eso llegan las redes en mi auxilio, me marean o convocan. Si las redes funcionan como el nestum para mí agujero emocional estoy frita al ratito. Cómo todo, las redes tienen su sol, su sombra… a mi me gusta graduar su iridiscencia.





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